V. De la Divina Providencia

Home / Confesión Bautista de Londres 1689 / V. De la Divina Providencia

Capítulo 5
De la Divina Providencia

Confesión Bautista de Londres 1689

Dios, el buen Creador de todo,1 en su infinito poder y sabiduría,2 sostiene, dirige, dispone y gobierna3 a todas las criaturas y cosas, desde la mayor hasta la más pequeña,4 por su sapientísima y santísima providencia,5 con el fin para el cual fueron creadas,6 según su presciencia infalible, y el libre e inmutable consejo de su propia voluntad;7 para alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, infinita bondad y misericordia.8

1. Génesis 1:31; 2:18; Salmo 119:68.

2. Salmo 145:11; Proverbios 3:19; Salmo 66:7.

3. Hebreos 1:3; Isaías 46:10,11; Daniel 4:34,35; Salmo 135:6; Hechos 17:25-28; Job 38-41.

4. Mateo 10:29-31.

5. Proverbios 15:3; Salmos 104:24; 145:17.

6. Colosenses 1:16,17; Hechos 17:24-28.

7. Salmo 33:10,11; Efesios 1:11.

8. Isaías 63:14; Efesios 3:10; Romanos 9:17; Génesis 45:7; Salmo 145:7.

Aunque en relación con la presciencia y el decreto de Dios, la causa primera, todas las cosas suceden inmutable e infaliblemente, de modo que nada ocurre a nadie por azar o sin su providencia;1 sin embargo, por la misma providencia, las ordena de manera que ocurran según la naturaleza de las causas secundarias, ya sea necesaria, libre o contingentemente.2

1. Hechos 2:23; Proverbios 16:33.

2. Génesis 8:22; Jeremías 31:35; Éxodo 21:13; Deuteronomio 19:5; Isaías 10:6,7; Lucas 13;3,5; Hechos 27:31; Mateo 5:20,21; Filipenses 1:19; Proverbios 20:18; Lucas 14:25-33.; Proverbios 21:31; 1 Reyes 22:28,34; Rut 2:3.

Dios, en su providencia ordinaria, hace uso de medios;1 sin embargo, tiene la libertad de obrar sin ellos,2 por encima de ellos3 y contra ellos,4 según le plazca.

1. Hechos 27:22,31,44; Isaías 55:10,11; Oseas 2:21,22.

2. Oseas 1:7; Lucas 1:34,35.

3. Romanos 4:19-21.

4. Éxodo 3:2,3; 2 Reyes 6:6; Daniel 3:27.

El poder omnipotente, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de Dios se manifiestan en su providencia hasta tal punto que su consejo determinante se extiende aun hasta la primera Caída y a todas las demás acciones pecaminosas, tanto de los ángeles como de los hombres1 (y eso no por un mero permiso), las cuales sapientísima y poderosamente limita, y asimismo ordena y gobierna de múltiples maneras para sus santísimos fines;2 sin embargo, de tal modo que la pecaminosidad de las acciones de ellos procede sólo de las criaturas, y no de Dios, quien siendo justísimo y santísimo, no es, ni puede ser, autor del pecado ni aprobarlo.3

1. Romanos 11:32-34; 2 Samuel 24:1; 1 Crónicas 21:1; 1 Reyes 22:22,23; 2 Samuel 16:10; Hechos 2:23; 4:27,28.

2. Hechos 14:16; 2 Reyes 19:28; Génesis 50:20; Isaías 10:6,7,12.

3. Santiago 1:13,14,17; 1 Juan 2:16; Salmo 50:21.

El Dios sapientísimo, justísimo y clementísimo a menudo deja por algún tiempo a sus propios hijos en diversas tentaciones y en las corrupciones de sus propios corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores o para revelarles la fuerza oculta de la corrupción y del engaño de sus corazones, para que sean humillados; y para llevarlos a una dependencia de él más íntima y constante para su apoyo en él; y para hacerlos más vigilantes contra todas las ocasiones futuras de pecado, y para otros fines santos y justos.1 Por consiguiente, todo lo que ocurre a cualquiera de sus escogidos es por su designio, para su gloria y para el bien de ellos.2

1. 2 Crónicas 32:25,26,31; 2 Samuel 24:1; Lucas 22:34,35; Marcos 14:66-72; Juan 21:15-17.

2. Romanos 8:28.

En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios, como juez justo, ciega y endurece a causa de su pecado anterior,1 no sólo les niega su gracia, por la cual podría haber iluminado su entendimiento y obrado en sus corazones,2 sino que también algunas veces les retira los dones que tenían,3 y los deja expuestos a las cosas que su corrupción convierte en ocasión de pecado;4 y, a la vez, los entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás,5 por lo cual sucede que se endurecen bajo los mismos medios que Dios emplea para ablandar a otros.6

1. Romanos 1:24-26,28; 11:7,8.

2. Deuteronomio 29:4.

3. Mateo 13:12; 25:29.

4. Deuteronomio 2:30; 2 Reyes 8:12,13.

5. Salmo 81:11,12; 2 Tesalonicenses 2:10-12.

6. Éxodo 7:3; 8:15,32; 2 Corintios 2:15,16; Isaías 6:9,10; 8:14; 1 Pedro 2:7; Hechos 28:26,27; Juan 12:39,40.

Del mismo modo que la providencia de Dios alcanza en general a todas las criaturas, así también de un modo más especial cuida de su iglesia y dispone todas las cosas para el bien de la misma.1

1. Proverbios 2:7,8; Amós 9:8,9; 1 Timoteo 4:10; Romanos 8:28; Efesios 1:11,22; 3:10,11,21; Isaías 43:3-5,14.