XI. De la justificación

Home / Confesión Bautista de Londres 1689 / XI. De la justificación

Capítulo 11
De la justificación

Confesión Bautista de Londres 1689

A quienes Dios llama eficazmente, también justifica gratuitamente,1 no infundiéndoles justicia y rectitud sino perdonándoles sus pecados, y considerando y aceptando sus personas como justas;2 no por nada que hay en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo;3 no imputándoles la fe misma, ni la acción de creer, ni ninguna otra obediencia evangélica como justicia; sino imputándoles la obediencia activa de Cristo a toda la ley y su obediencia pasiva en su muerte para la completa y única justicia de ellos por la fe, la cual tienen no de sí mismos; es don de Dios.4

1. Romanos 3:24; 8:30.

2. Romanos 4:5-8; Efesios 1:7.

3. 1 Corintios 1:30,31; Romanos 5:17-19.

4. Filipenses 3:9; Efesios 2:7-8; 2 Corintios 5:19-21; Tito 3:5,7; Romanos 3:22-28; Jeremías 23:6; Hechos 13:38-39.

La fe que así recibe a Cristo y confía en él y en su justicia es el único instrumento de la justificación;1 sin embargo, no está sola en la persona justificada, sino que siempre va acompañada por todas las demás virtudes salvadoras, y no es una fe muerta sino que obra por el amor.2

1. Romanos 1:17; 3:27-31; Filipenses 3:9; Gálatas 3:5.

2. Gálatas 5:6; Santiago 2:17,22,26.

Cristo, por su obediencia y muerte, saldó totalmente la deuda de todos aquellos que son justificados; y por el sacrificio de sí mismo en la sangre de su cruz, sufriendo en el lugar de ellos el castigo que merecían, satisfizo adecuada, real y completamente a la justicia de Dios en favor de ellos;1 sin embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre para ellos,2 y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en lugar de las de ellos,3 y ambas gratuitamente y no por nada en ellos, su justificación es solamente de pura gracia,4 a fin de que tanto la precisa justicia como la rica gracia de Dios fueran glorificadas en la justificación de los pecadores.5

1. Romanos 5:8-10,19; 1 Timoteo 2:5,6; Hebreos 10:10,14; Isaías 53:4-6,10-12.

2. Romanos 8:32.

3. 2 Corintios 5:21; Mateo 3:17; Efesios 5:2.

4. Romanos 3:24; Efesios 1:7.

5. Romanos 3:26; Efesios 2:7.

Desde la eternidad, Dios decretó justificar a todos los escogidos;1 y en el cumplimiento del tiempo, Cristo murió por los pecados de ellos, y resucitó para su justificación;2 sin embargo, no son justificados personalmente hasta que, a su debido tiempo, Cristo les es realmente aplicado por el Espíritu Santo.3

1. 1 Pedro 1:2,19-20; Gálatas 3:8; Romanos 8:30.

2. Romanos 4:25; Gálatas 4:4; 1 Timoteo 2:6.

3. Colosenses 1:21,22; Tito 3:4-7; Gálatas 2:16; Efesios 2:1-3.

Dios continúa perdonando los pecados de aquellos que son justificados,1 y aunque ellos nunca pueden caer del estado de justificación,2 sin embargo pueden, por sus peca- dos, caer en el desagrado paternal de Dios; y, en esa condición, no suelen recibir la restauración de la luz de su rostro, hasta que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y arrepentimiento.3

1. Mateo 6:12; 1 Juan 1:7–2:2; Juan 13:3-11.

2. Lucas 22:32; Juan 10:28; Hebreos 10:14.

3. Salmos 32:5; 51:7-12; Mateo 26:75; Lucas 1:20.

La justificación de los creyentes bajo el Antiguo Testamento fue, en todos estos sentidos, una y la misma que la justificación de los creyentes bajo el Nuevo Testamento.1

1. Gálatas 3:9; Romanos 4:22-24.