XIX. De la ley de Dios

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Capítulo 19
De la ley de Dios

Confesión Bautista de Londres 1689

Dios dio a Adán una ley de obediencia universal escrita en su corazón,1 y un precepto en particular de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal;2 por lo cual le obligó a él y a toda su posteridad a una obediencia personal completa, exacta y perpetua; prometió la vida por el cumplimiento de su ley, y amenazó con la muerte su infracción; y le dotó también del poder y de la capacidad para guardarla.3

1. Génesis 1:27; Eclesiastes 7:29; Romanos 2:12a, 14,15.

2. Génesis 2:16,17.

3. Génesis 2:16,17; Romanos 10:5; Gálatas 3:10,12.

La misma ley que primeramente fue escrita en el corazón del hombre continuó siendo una regla perfecta de justicia después de la Caída;1 y fue dada por Dios en el monte Sinaí,2 en diez mandamientos, y escrita en dos tablas; los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres.3

1. Para el Cuarto Mandamiento, Génesis 2:3; Éxodo 16; Géneis 7:4; 8:10,12; para el Quinto Mandamiento, Génesis 37:10; para el Sexto Mandamiento, Génesis 4:3-15; para el Séptimo Mandamiento, Génesis 12:17; para el Octavo Mandamiento, Génesis 31:30; 44:8; para el Noveno Mandamiento, Génesis 27:12; para el Décimo Mandamiento, Génesis 6:2; 13:10,11.

2. Romanos 2:12a, 14,15.

3. Éxodo 32:15,16; 34:4,28; Deuteronomio 10:4.

Además de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de Israel leyes ceremoniales que contenían varias ordenanzas típicas; en parte de adoración, prefigurando a Cristo, sus virtudes, acciones, sufrimientos y beneficios;1 y en parte pro-poniendo diversas instrucciones sobre los deberes morales.2 Todas aquellas leyes ceremoniales, habiendo sido prescritas solamente hasta el tiempo de su reforma, cuando fueron abrogadas y quitadas por Jesucristo, el verdadero Mesías y único legislador, quien fue investido con poder por parte del Padre para ese fin.3

1. Hebreos 10:1; Colosenses 2:16-17.

2. 1 Corintios 5:7; 2 Corintios 6:17; Judas 23.

3. Colosenses 2:14,16-17; Efesios 2:14-16.

Dios también les dio a los israelitas diversas leyes civiles, que acabaron cuando acabóaquel pueblo como Estado, no siendo ahora obligatorias para nadie en virtud de aquella institución;1 siendo solamente sus principios de equidad utilizables en la actualidad.2

1. Lucas 21:20-24; Hechos 6:13-14; Hebreos 9:18-19; 8:7,13; 9:10; 10:1.

2. 1 Corintios 5:1; 9:8-10

La ley moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la obedezca;1 y esto no sólo en consideración a su contenido, sino también con respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio.2 Tampoco Cristo, en el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación sino que la refuerza considerablemente.3

1. Mateo 19:16-22; Romanos 2:14-15; 3:19-20; 6:14; 7:6; 8:3; 1 Timoteo 1:8-11; Romanos 13:8-10; 1 Corintios 7:19 con Gálatas 5:6; 6:15; Efesios 4:25-6:4; Santiago 2:11-12.

2. Santiago 2:10-11.

3. Mateo 5:17-19; Romanos 3:31; 1 Corintios 9:21; Santiago 2:8.

Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la ley como pacto de obras para ser por ella justificados o condenados,1 sin embargo ésta es de gran utilidad tanto para ellos como para otros, en que como regla de vida les informa de la voluntad de Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a andar en conformidad con ella,2 les revela también la pecaminosa contaminación de sus naturalezas, corazones y vidas; de manera que, al examinarse a la luz de ella, puedan llegar a una convicción más profunda de su pecado, a sentir humillación por él y odio contra él; junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de Cristo, y de la perfección de su obediencia.3 También la ley moral es útil para los regenerados a fin de restringir su corrupción, en cuanto que prohíbe el pecado; y sus amenazas sirven para mostrar lo que sus pecados todavía merecen, y qué aflicciones pueden esperar por ellos en esta vida, aun cuando estén libres de la maldición y el puro rigor de la ley.4 Asimismo sus promesas manifiestan a los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las bendiciones que pueden esperar por el cumplimiento de la misma,5 aunque no como si se les deba por la ley como pacto de obras;6 de manera que si alguien hace lo bueno y se abstiene de hacer lo malo porque la ley le manda lo uno y le prohíbe lo otro, no por ello demuestra que se encuentre bajo la ley y no bajo la gracia.7

1. Hechos 13:39; Romanos 6:14; 8:1; 10:4; Gálatas 2:16; 4:4,5.

2. Romanos 7:12,22,25; Salmo 119:4-6; 1 Co. 7:19.

3. Romanos 3:20; 7:7,9,14,24; 8:3; Santiago 1:23-25.

4. Santiago 2:11; Salmo 119:101,104,128.

5. Efesios 6:2,3; Salmo 37:11; Mateo 5:6; Salmo 19:11.

6. Lucas 17:10.

7. Véase el libro de Proverbios; Mateo 3:7; Lucas 13:3,5; Hechos 2:40; Hebreos 11:26; 1 Pedro 3:8-13.

Los usos de la ley ya mencionados tampoco son contrarios a la gracia del evangelio, sino que concuerdan armoniosamente con él; pues el Espíritu de Cristo subyuga y capa cita la voluntad del hombre para que haga libre y alegremente lo que requiere la volun-tad de Dios, revelada en la ley.1

1. Gálatas 3:21; Jeremías 31:33; Ezequiel 36:27; Romanos 8:4; Tito 2:14.